Tratamiento baja autoestima Valencia

Autoestima

¿Das una importancia exagerada a tus defectos? ¿No te aceptas tal y como eres? ¿Te cuesta mucho decir no?

Muchas personas se rechazan a sí mismas porque hay algo de ellas que no les gusta y se dicen que en el momento en que lo cambien podrán sentirse satisfechos consigo mismos: «Cuando adelgace podré sentirme bien», «cuando sea capaz de hablar en público dejaré de sentirme inferior», «cuando consiga tener pareja me sentiré valioso».

¿Por qué ocurre esto? La autoestima se va desarrollando a lo largo de la vida, básicamente a partir de cómo los demás nos valoran y de cómo manejamos nuestros éxitos y los fracasos. En este sentido, explica, «nuestras figuras de referencia pueden darnos una valoración condicionada o incondicional, pueden aceptarnos tal y como somos o pueden transmitirnos que tenemos que cumplir sus expectativas para que nos otorguen su aprobación. Pueden darnos el mensaje de que confían en nosotros y en nuestras capacidades, o por el contrario, sobreprotegernos o no creer en que “nosotros podemos”». La buena noticia es, que aunque aprendemos a vernos a través de los ojos de los otros, cuando nos hacemos adultos podemos elegir vernos con nuestros propios ojos, y si no nos hemos sentido valorados podemos aprender a valorarnos a nosotros mismos. «Nunca es tarde para aprender a aceptarnos y a valorarnos incondicionalmente»-.

Veamos cuáles son las pautas con las que debemos empezar a trabajar a nivel personal si queremos mejorar en este sentido:

  1. Di adiós al perfeccionismo. Nunca llegarás a ser realmente feliz si sientes que nunca es suficiente. Aprende a aceptar la vida tal y cómo es y a las personas tal y cómo somos. Si sabes que nadie es perfecto, no te exijas a ti mismo lo imposible.
  2. No dependas de la aprobación de los demás. Las personas con una baja autoestima suelen estar demasiado pendientes de la opinión de los demás. Vivir intentando cumplir las expectativas de los otros es una vida de esclavitud mental.
  3. Reconoce tus éxitos. Las personas con una baja autoestima le dan más importancia a sus fracasos que a sus éxitos, cómo si éstos fueran «lo normal». Celebra cada pequeño paso que das hacia la consecución de tus objetivos. Esta mentalidad no solo mejorará tu autoestima sino que también será un motor impulsor que te dará fuerzas para seguir adelante con tus metas.
  4. Sana las heridas del pasado. Mediante la psicoterapia encontramos una oportunidad para poner en orden nuestra biografía, cerrar capítulos de nuestra vida y escribir nuevos renglones en el libro de nuestra vida. Trabajando con nuestras emociones y reconciliándonos con nosotros mismos podemos mejorar la visión sobre nosotros mismos y aprender a amarnos tal y como somos.
  5. Deja de compararte con los demás. No seas injusto/a contigo mismo fijándote en lo que los demás hacen mejor que tú. Todos tenemos virtudes y defectos, áreas en las cuales nos desempeñamos mejor y otras en las que somos menos talentosos. Cada persona es única en sí misma, ahí radica su grandeza.
  6. Defiende tus derechos y aprende a decir no. La asertividad es una muestra de autoestima. Cuando me atrevo a decir lo que pienso y a poner límites en mi vida soy más libre y aumenta mi seguridad. No dejo que los demás me avasallen ni se aprovechen de mí.
  7. Hazte responsable de tu vida. Adoptar el papel de víctimas, creyendo que todo lo malo que nos pasa es culpa de los demás o de la suerte nos impide tomar las riendas de nuestra vida.
  8. Conócete a ti mismo. Sólo de esta forma podrás saber qué quieres en realidad y podrás manejar tus emociones. Sólo conociéndote de verdad podrás cambiar y mejorar lo que no te gusta. Conocerte implica poder mirarte sin juicio, aceptando tus limitaciones, tus sombras. En este sentido, el trabajo personal es fundamental.

La psicología cognitiva, considera que el procesamiento de la información, es decir, la forma en que percibimos, procesamos, almacenamos y recordamos la realidad, es el principal determinante de nuestras emociones y conductas.

Así, ante la misma situación, cada persona puede reaccionar de diferente forma, ya que la misma realidad puede ser interpretada de manera muy diferente. Según lo que cada persona interprete, se sentirá o comportará. Si esa persona tiende a sentirse inferior y acomplejada, es fácil que interprete que los otros le están rechazando. Si tiende a pensar que la gente es mala o va a pensar que va a tener problemas interpersonales, también será más probable que interprete negativamente su comportamiento. Su forma de interpretar la situación determinará asimismo cómo se siente y cómo se comporta. A su vez, su comportamiento influirá en el comportamiento de los demás hacia él o ella.

La forma en la que percibimos la realidad, está también determinada por nuestra forma anterior de ver las cosas, es decir, por nuestras creencias, esquemas o actitudes.

Las actitudes son creencias cargadas de emociones que nos predisponen a actuar de forma congruente con ellas. Nuestras actitudes o creencias, determinan en buena parte nuestra forma de percibir el mundo, así como nuestras emociones y nuestras conductas.

Entre las creencias o actitudes que nos hacen daño, las más habituales son las exigencias y su extremo opuesto: la negación o minimización de nuestros legítimos deseos y preferencias.

Llamamos exigencias, a una serie de actitudes hacia nosotros mismos, hacia los demás o hacia la vida, que hacen que cuando no se cumplen lo que exigimos, reaccionemos pensando y sintiendo que es terrible, que no podemos soportarlos y que nosotros o la persona de que se trate somos (son) unos cretinos, indeseables, etc. Esto último va acompañado de odio hacia nosotros mismos o hacia otras personas.

A la hora de cambiar las actitudes, la psicología cognitiva, considera que la herramienta más útil, es el descubrir las actitudes-creencias que nos hacen daño y cambiarlas por otras más convenientes. Una de las formas más eficaces de conseguirlo es hacernos conscientes de cuáles son nuestras creencias o actitudes irracionales (hablando de ello, con lecturas, haciendo auto registros en los que vamos anotando esos pensamientos, etc.) y una vez identificados, actuar según las creencias-actitudes deseables.

La actitud deseable es la de preferencia que se define como una actitud por la cual aceptamos nuestras limitaciones (o las de los demás), es decir, nos resignamos ante lo que no tiene solución y centramos todos nuestros esfuerzos en luchar por lo que sí es posible. Con esta actitud de preferencia, la vida se convierte en un juego en el que siempre ganamos, ya que trabajamos por realizar nuestros deseos y preferencias, pero cuando esto no es posible, lo aceptamos de buen grado, quedando así libres para centrarnos en la realización de nuestras posibilidades y en disfrutar de ellas.

Con esta actitud, experimentamos un mínimo de frustración y/o desagrado y un máximo de agrado y bienestar.

Las actitudes positivas hacia ti mismo/a son lo que llamamos una autoestima saludable.